El queso está vivo y le afectan las altas temperaturas del verano. Cuando este alimento entra en contacto con el calor pierde parte de su grasa natural, lo que influye en su textura y su sabor. La temperatura ideal de conservación estaría entre 4 y 12 grados, siempre en la nevera.
Es tiempo de disfrutar de quesos más ligeros y en La Rinconada te ofrecemos variedad y selección para que compongas tu tabla de verano.